La filosofía de las artes místicas japonesas tiene un espíritu definido y categórico, y gracias a sus cultores, celosos en mantener su pureza primitiva, podemos hoy en pleno siglo XX disfrutar de la pureza de sus pensamientos.

La historia de las artes marciales japonesas puede ser dividida en dos periodos, el primero, lo representaban el producto de una nación constituida por los feudos de una guerra constante. Paralelamente a eso, el gran numero de asaltantes motivó a los campesinos a procurarse medios naturales de defensa; llegando a extremos que hoy tomariamos como inhumanos.

De cualquier forma, esos dos tipos de conflicto no desarrollaron dos mentalidades diferentes. El resultado final fue el rendimiento y sofisticación de todos los sistema de combate cuerpo a cuerpo.

Si quisiéramos describir aquí todas las artes marciales practicadas en Japón, precisaríamos de un número inmenso de páginas. Por eso, en términos generales podemos encontrar en todas ellas, un denominador común: la filosofía mística. Es el DO, camino o via. Es un aporte que el Zen-budismo aparece en todos los practicantes de kendo, budo, karate-do, judo, aikido, chado, etc. En fin, una filosofía que lleva al hombre a reencontrar su propia esencia, recorriendo un camino conocido como budo, o sea, camino de iluminación.

En un segundo período de su historia, las artes marciales adquieren un carácter predominantemente místico, religioso y casi sobrenatural

Código de honra, que conocemos con el nombre de Bushido, que influyo a muchas generaciones de maestros y discípulos, tornándose mas tarde, en el pilar de los nobles guerreros japoneses.

Transcribimos aquí lo poco que se conoce de este código, para que los practicantes de cualquier arte mística japonesa, incluyendo el ikebana, puedan disfrutar de sus enseñanzas:

· “No tengo pies, solo el camino de la tierra hacen mis pies;

· No tengo poder divino, solo la honestidad me da poder;

· No tengo poder mágico, la personalidad es la única magia;

· No tengo vida ni muerte, mi vida es mi muerte;

· No tengo cuerpo, la fortaleza interior es mi cuerpo;

· No tengo ojo, el relámpago de mi espíritu son mis ojos;

· No tengo oídos, porque la sensibilidad son mis oídos;

· No tengo miembros, porque la prontitud son mis miembros;

· No tengo ley, porque la autoprotección es mi única ley;

· No tengo estrategia, porque la libertad de matar y resucitar es mi única estrategia;

· No tengo forma, porque la astucia es mi forma;

· No tengo milagros, porque la justicia son mis milagros;

· No tengo principios, porque la adopción es mi principio;

· No tengo tácticas, porque la rapidez es mi única táctica;

· No tengo amigos, porque mi propia mente es mi amigo;

· No tengo enemigos, porque la imprudencia es mi único enemigo;

· No tengo armaduras; porque la benevolencia y la retirada es mi armadura;

· No tengo casco, mi mente inamovible es mi casco;

· No tengo espada, mi mente es mi única espada”.